La poliomelitis es una enfermedad
que afecta principalmente al sistema nervioso y que puede causar deformidad por
inflamación de las neuronas y de la médula espinal.
Esta enfermedad fue detectada por
primera vez en 1840 por el alemán Jacok Heine y a medida que avanzaron los años
fue conocida mundialmente por afectar a miles de personas todos los años,
siendo las víctimas más recurrentes niños y niñas entre 5 y 15 años. Los
lugares en donde se había manifestado esta enfermedad que cobraba cada año más
y más victimas vivían una desesperación social creciente, pues esta se
transmitía por contacto con focos infecciosos de vía respiratoria, fluidos o
heces fecales.
En 1947 y bajo este contexto en Estados
Unidos, Jonas Salk investigador médico y epidemiólogo comenzó a estudiar una
posible cura contra la enfermedad que cobraba en ese país entre 13.000 y 20.000
víctimas anualmente.
Salk logró obtener una cura luego
de una ardua investigación que hizo pública en 1955, esta vacuna fue masivamente
suministrada por todo el país de forma gratuita. El investigador de un momento
a otro se hizo conocido de forma mediática y cuando los periodistas le
interrogaron acerca de la patente de este invento, el respondió que no había
sido patentado, que ese invento no le pertenecía a nadie y añadió de manera
cordial al periodista ¿Se puede acaso
patentar el sol?
De haber sido patentado este
invento este hombre se hubiese hecho millonario, sin embargo prefirió
distribuirla gratuitamente y de forma masiva. Frente a esta cuestión podemos
entregarnos a variadas reflexiones, principalmente yo pensé en dos:
La primera que se refiere a la
situación misma y que tiene que ver con el acto noble de Jonas Salk y a la
solidaridad de este con miles de personas que tal vez no hubiesen podido de
otra forma acceder a la vacuna, o que hubiesen tenido que endeudarse
atravesando situaciones engorrosas y penurias económicas, tomando en cuenta que
por esos años esta enfermedad era una especie de epidemia que dejaba a personas
lisiadas desde temprana edad.
La segunda reflexión que se puede
hacer y que resulta relativamente obvia, es a partir de la frase que señala
Salk “¿Se puede acaso patentar el sol?”, ya que sin duda el sol nos parece un
elemento lejano e imposible, y por tanto cobra sentido lo que intenta señalar
este investigador, que de manera critica expone el ridículo de la mentalidad
oportunista que desvía el sentido de la búsqueda de un conocimiento,
anteponiendo a cualquier intención un fin que media con una forma de aprovechamiento
constante frente a la situación vulnerable de algunas personas, en este caso
niños. Nos parece risible la idea de patentar el sol y podemos deducir por
tanto, gracias a la exageración que contiene esta frase a lo que Salk se
refería. Aunque quizás en otro tiempo también nos hubiese parecido que patentar
o privatizar el agua, como es el caso actual, fuese una exageración por un
intento de explicar brevemente un trasfondo mucho más complejo, sin embargo
esta situación forma parte de nuestra realidad inmediata.
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